MÉXICO.– La científica y militante izquierdista, feminista y ambientalista Claudia Sheinbaum, de 62 años, juró este martes 1 como la primera mujer presidenta de México, ofreciendo que gobernará «para todos y todas» sus compatriotas hasta el 2030.
«Después de dos siglos de independencia y tres de colonia, por primera vez en 503 años llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra nación», dijo en el discurso ante el Congreso y en presencia de delegaciones de 105 países.
Ofreció que en política internacional México mantendrá su línea tradicional, de respeto por la autodeterminación de los pueblos y búsqueda de resolución pacífica de las controversias y conflictos, así como sostener la relación especial de asociación con sus vecinos norteamericanos, Estados Unidos y Canadá.
«Garantizaremos todas las libertades, de manifestación, expresión e información, respetaremos los derechos humanos y las libertades políticas, religiosas y demás, quien diga que haremos un gobierno autoritario está mintiendo», aseveró.
Los inversores «tengan la certeza de que las inversiones de los accionistas nacionales y extranjeros estarán seguras».
Dedicó un largo pasaje de su discurso a exaltar la figura de su correligionario y predecesor Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), quien presenció el discurso a su lado tras entregarle la banda presidencial, definiéndolo como «el mejor presidente de México, aunque a él no le gusta que se lo digan».
Ofreció continuar la gestión precedente bajo tres principios: prosperidad compartida o primero los pobres; no puede haber un Gobierno rico con un pueblo pobre, y que «los y las gobernantes debemos llevar una vida austera y ser honestos».
Entre otros beneficios para la población en su sexenio, ofreció una pensión universal para los adultos mayores y las personas con discapacidad, un apoyo bimensual para las mujeres de más de 64 años, y becas generalizadas para estudiantes de secundaria.
Defendió que la salud y la educación deben considerarse derechos humanos y no privilegios o mercancías, y prometió la construcción de un millón de nuevas viviendas (México tiene 128 millones de habitantes), más líneas férrea y nuevos servicios de trenes de pasajeros y carga entre distintas ciudades.
La producción petrolera será dirigida al mercado interno y no excederá de 1,8 millones de barriles (de 159 litros) por día, pues «llegar a producir tres millones es ambientalmente imposible», y ofreció incentivar las energías renovables.
Planteó mejorar la gestión de cuencas y ríos, por el autoabastecimiento con el maíz -base de la cocina mexicana- «y no permitiremos la siembra de maíz transgénico».
En cuanto a seguridad, su programa consistirá en atención a las causas, en particular con trabajo entre la juventud; inteligencia e investigación, y fortalecimiento de la Guardia Nacional, recientemente objeto de un polémico traslado de jurisdicción, de la Secretaría (ministerio) de Gobernación a la de Defensa.
Según la mandataria, «quien diga que eso significa la militarización de la Guardia Nacional está totalmente equivocado».
La seguridad es un gran desafío para el gobierno de Sheinbaum, pues en el país actúan fuertes carteles de traficantes de drogas y durante el período de López Obrador se registraron casi 200 000 homicidios, una tasa de 23 por cada 100 000 habitantes, superior al promedio latinoamericano.
Además continuaron las desapariciones de personas, con más de 100 000 casos en lo que va de siglo y una extendida impunidad en numerosos casos.
Entre las delegaciones extranjeras que acudieron a la juramentación de Sheinbaum estuvieron los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Chile, Gabriel Boric; de Colombia, Gustavo Petro; de Cuba, Miguel Díaz-Canel;y Xiomara Castro, de Honduras.
Los primeros ministros de Belice, John Briceño, y de Santa Lucía, Philip Pierre, así como el responsable de asuntos exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell.
Estados Unidos fue representado por Jill Biden, esposa del presidente Joe Biden, y no hubo representación del gobierno de España debido a una controversia diplomática con Madrid.
Finalmente, entre vítores, hizo «una respetuosa invitación» a que en lo sucesivo se diga presidenta y no presidente, «y a que nombremos: abogada, maestra, científica, doctora, ingeniera, bombera, soldada, porque lo que no se nombra no existe».